Una vez que el monje se comió la sopa. El tibetano miro al angurrioso con una mirada malvada y le dijo:
_Te maldigo, te maldigo extraño por haberte comido mi sopa y en la próxima orinada que hagas expulsaras todo lo que has comido.
El monje gordo se marcho, y a orillas del pueblo hambriento, este orino. Quedando desintegrado por todo el banquete que había expulsado. Alimentando así todo un pueblo hambriento.
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