domingo, 17 de octubre de 2010

Los Donguis

Luego de que los donguis hacían de la suyas por todo el mundo, en Buenos Aires en una mañana hermosa, un joven se arrodillo a orillas de un rió. Metió los brazos en el agua para refrescarse el rostro y allí, en el agua, vio de repente la imagen de un Dongui. Se levantó muy asustado y preguntó:
-Pero... ¿qué quieres? ¡Soy joven! ¿Por qué vienes a buscarme sin previo aviso?
-No vengo a buscarte -contestó la voz del Dongui-. Tranquilízate y vuelve a tu hogar, porque estoy esperando a otra persona. No vendré a buscarte sin prevenirte, te lo prometo.
El joven entró en su casa muy contento. Se hizo hombre, se casó, tuvo hijos, siguió el curso de su tranquila vida. Un día de verano, encontrándose junto al mismo río, volvió a detenerse para refrescarse. Y volvió a ver el rostro de ese asqueroso Dongui. La saludó y quiso levantarse. Pero una fuerza lo mantuvo arrodillado junto al agua. Se asustó y preguntó:
-Pero ¿que quieres?
-Es a ti a quien quiero -contestó la voz del Dongi-. Hoy he venido a buscarte.
-¡Me habías prometido que no vendrías a buscarme sin prevenirme antes! ¡No has mantenido tu promesa!
-¡Te he prevenido!
-¿Me has prevenido?
-De mil maneras. Cada vez que te mirabas a un espejo, veías aparecer tus arrugas, tu pelo se volvía blanco. Sentías que te faltaba el aliento y que tus articulaciones se endurecían. ¿Cómo puedes decir que no te he prevenido? Estas delicioso eres un banquete.
Y se lo llevó hasta el fondo del agua.

                                                             FIN

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